Cambio climático: las acciones no dan espera

La emisión de gases de efecto invernadero (GEI) producidos por diferentes actividades genera el denominado efecto invernadero, el cual incrementa la temperatura y causa el cambio climático. Bajo el lema “juntos para la implementación” entre el 6 y el 18 de noviembre, se celebró en Sharm el Sheikh (Egipto) la COP27 (Conferencia de las naciones unidas sobre el cambio climático). Nos estamos acercando a puntos de inflexión peligrosos para todos los aspectos de la vida humana: desde nuestra salud, seguridad y nuestro entorno natural, hasta nuestras economías, propiedades e infraestructura. Estas palabras pronunciadas por Antonio Guterres, secretario general de las Naciones Unidas, anteceden a la afirmación categórica que la acción climática debe ser nuestra máxima prioridad mundial.

Ningún país está inmune a los efectos del cambio climático. En Europa, por ejemplo, se pasó el verano más caluroso en 500 años, acompañado de incendios forestales, sequías y muertes. Los principales ríos alcanzaron niveles mínimos históricos. En Colombia, el 7,2 % de la superficie podría sufrir desertificación. En nuestras ciudades, el suministro de agua podría verse afectado, teniendo en cuenta que el 85 % del agua proviene de los páramos, cuyos ecosistemas tienen menos capacidad de adaptación a los aumentos de temperatura.

El cambio climático multiplicará la desigualdad y las enfermedades. A nivel mundial, para 2050, toda la infancia sufrirá por culpa de la temperatura cada vez más extrema (ONU Desarrollo).

El mundo todavía está a tiempo de cambiar el curso mediante una agresiva reducción de emisiones. No podemos tener un planeta sano con un aumento superior a los 1,5 °C (ONU Cambio climático). Frente al mundo, Colombia aporta mucho menos GEI que las grandes potencias (aproximadamente 0,57 emisiones globales. Fuente: Minambiente), pero somos uno de los países más vulnerables frente al cambio climático.

Adicionalmente, debe decirse que, en nuestro país, la extracción de carbón y petróleo no es la principal causa de GEI; lo es la deforestación y otras actividades rurales (Inventario nacional de GEI) frente a las cuales debemos actuar inmediata y adecuadamente.

Colombia tiene una ley de acción climática (Ley 2169 de 2021). En el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible se encuentra la Dirección de Cambio Climático y Gestión del Riesgo, que suministra elementos técnicos para elaboración de políticas públicas, planes, proyectos y programas de cambio climático. La formulación e implementación de los planes integrales de gestión del cambio climático territoriales (PIGCCT) deben ser incluidos en los respectivos planes de desarrollo municipales y es responsabilidad de los alcaldes, con el apoyo técnico de las autoridades ambientales regionales, la formulación, implementación y seguimiento de dichos planes. La meta climática de Colombia al año 2030 es disminuir el 51 % de las emisiones de Gases Efecto Invernadero.

Algunos de los planes que se deben realizar en el nivel regional y municipal tienen que ver con la reforestación y la protección de las fuentes de agua. Los bosques pueden reducir un tercio de las emisiones necesarias para combatir la crisis climática. Asimismo, considerando que el cambio climático se manifiesta a través del agua (según el Banco Mundial, 9 de cada 10 desastres naturales se relacionan con el agua).

La gestión eficaz de los recursos hídricos mejorará nuestra resiliencia a las conmociones climáticas. Y en este sentido, se debe trabajar colectivamente haciendo una intervención voluntaria en las microcuencas por parte de las comunidades, identificando los problemas para hacer un plan de adecuación, que debe ser financiado por las autoridades locales o ambientales. En ese elemental procedimiento no solo se beneficia el planeta, sino que también puede producirle un beneficio a la misma comunidad a través del apoyo para procesos productivos sostenibles e incluso económicos, como, por ejemplo, los bonos de carbono que hacen parte de las iniciativas por la resiliencia climática.

Reducir la producción de GEI con acciones de protección de fuentes hídricas y en contra de la deforestación, contrarrestarán  el cambio climático y  harán revalidar la riqueza de nuestro hábitat, del cual tenemos registros desde antiguas épocas (Juan de Castellanos, 1589) cuando los conquistadores se acercaron a la zona andina, luego de múltiples penurias y ante la belleza y majestuosidad del paisaje y del agradable clima solo atinaron a decir: tierra buena, tierra buena que a todos nos quita las penas.

Por: Coronel (RP) Luis Fernando Rey Tovar
Abogado, Magister en Derecho y en Seguridad Pública,
Administrador Policial, Profesional en Criminalística,
Especialista en Seguridad, en Docencia universitaria y en Derecho procesal, constitucional y justicia militar,
Exjuez Penal Militar,
Docente universitario, Consultor en seguridad