Crearon un Ministerio porque sería el gobierno del deporte. Generaron expectativas porque serían récord en medallería. Ofrecieron recursos para quienes obtuvieran oro, plata y bronce. Sin embargo, el himno nacional ni siquiera sonó en Japón y la pobre presentación de la delegación colombiana, que más pareció de fogueo, refleja los graves problemas que enfrenta el Sistema Nacional en todos sus procesos. Quienes merecen los reconocimientos son nuestros 71 deportistas. Cinco años de entrenamiento, para cinco medallas.
Por redaccion@electornoticias.com
“En campaña todo se vale”, dicen por ahí. Adagio que aplica con perfección a la relación entre el Estado y el deporte del país. Quienes han llegado a la Presidencia de la República no podrán negar que de sus discursos electoreros de grandes presupuestos para el sector solo quedan migajas después de la posesión.
Con el cierre de competencias en los Juegos Olímpicos de Japón 2020 (que se llevaron a cabo en el 2021 por causa de la pandemia), la radiografía del deporte colombiano presenta un oscuro diagnóstico desde los resultados. La política pública del sector solo develó su debilidad. El nuevo Ministerio del Deporte, con dos años de creación, recibe un golpe fuerte y vergonzante.
De Coldeportes a Ministerio: lo mismo con otro nombre
El 11 de julio de 2019, el presidente Iván Duque sancionó la Ley de la República 1967, por medio de la cual se transforma al Departamento Administrativo del Deporte, la Recreación, la Actividad Física y el Aprovechamiento del Tiempo Libre (Coldeportes), en el Ministerio del Deporte, como organismo principal de la administración pública, noticia que sirvió como tratamiento paliativo contra un cáncer que carcome lentamente a un sector social de primer orden.
Dijo en ese entonces el primer ministro, Ernesto Lucena Barrero, que la creación de la nueva entidad era “la medalla de oro institucional, que permitirá una revalorización del deporte, lo que conllevará a su crecimiento continuo como instrumento que genera bienestar, calidad de vida y equidad”. Hoy, casi tres años después, el resultado es todo lo contrario, el ciclo olímpico fracasó.
Y es que el papel lo aguanta todo. El nuevo Ministerio sería el responsable de “formular, adoptar, dirigir, coordinar, inspeccionar, vigilar, controlar y ejecutar la política pública, planes, programas y proyectos en materia del deporte, la recreación, el aprovechamiento del tiempo libre y la actividad física para promover el bienestar, la calidad de vida, así como contribuir a la salud pública, a la educación, a la cultura, a la cohesión e integración social, a la conciencia nacional y a las relaciones internacionales, a través de la participación de los actores públicos y privados”. Demagogia la llaman algunos, cuando no hay resultados, falta voluntad política y el presupuesto es más que misérrimo.
Para la época del ajuste de la estructura, en octubre de 2018, el Departamento Administrativo de la Función Pública (Dafp), profirió el estudio “Fortalecimiento y desarrollo de capacidades institucionales del Estado, para la adecuada implementación de las políticas públicas”, un diagnóstico donde se analizó el sector deporte, previa desaparición de Coldeportes y nacimiento del Ministerio.
Dentro de las principales problemáticas, el documento esgrimió:
- Colombia no cuenta con una política de deporte, debido a que estuvo dentro de los Ministerios Educación y Cultura.
- Los actores que se relacionan dentro de la Ley 181 de 1995 del Sistema Nacional del Deporte (SND) se perciben como desarticulados y no se tienen en cuenta a todos los subsectores y a todos los actores.
- Existe una débil y limitada capacidad de seguimiento a los Entes Territoriales, por lo cual sería importante revisar alternativas de delegación a las Federaciones, para que de esta manera sean esas entidades las que generen las priorizaciones.
- Implica fortalecer la función de Inspección, vigilancia y control.
Proliferación de prácticas, organismos y recursos
- La estructura y gobernabilidad del sector del deporte absorbe la capacidad de rectoría y coordinación interinstitucional de la entidad cabeza de sector (única).
- La infraestructura deportiva es insuficiente, inadecuada, con problemas de mantenimiento y modernización, que no asegura la cobertura ni el número de instalaciones deportivas para atender las necesidades en las regiones para la inclusión deportiva.
- La construcción de la planeación se ha realizado de manera desestructurada.
- Existió en el 2011 un cambio institucional, pero no se han realizado ajustes a la normativa vigente.
- Existen pocos datos, indicadores e índices que expliquen o describan el sector.
Temas que aún siguen sin solución y que empeoran con el pasar de los días, pues no hay una política de fondo, en un gobierno nacional al que no le quedan sino 12 meses de ejecución.
“No hay peor ciego que el que no quiere ver”
Decían nuestros abuelos cuando sabíamos del problema o teníamos la solución frente a nuestros ojos, pero no la queríamos aceptar. Y es que hoy todos los comentaristas y políticos se rasgan las vestiduras con los resultados de Tokio, cuando saben que el problema está en el SND y no en los deportistas.
Se deben sentar las bases en los semilleros municipales y las escuelas de formación deportiva, donde inyectar recursos resulta imperativo para garantizar una excelente fundamentación, con instructores de primer nivel y respaldo institucional, representado en inversión, construcción y adecuación de infraestructura y garantías para el alto rendimiento.
También, es momento de extirpar el cáncer que carcome a los clubes y las ligas, donde los intereses particulares, sumados a la corrupción, permean los procesos, evitando la generación de laboratorios que garanticen procesos de selección serios y transparentes. Seleccionadores distritales, departamentales y nacionales que parten, en muchos casos, de la conveniencia más que del talento, ingresando a los planes de apoyo de alto rendimiento a deportistas que apenas cumplen con los mínimos, dejando sin cupo a quienes verdaderamente pueden responder con resultados.
El paso por Japón develó la crisis
Para nadie fue secreto que la delegación a Tokio, que partió con 71 deportistas en 16 disciplinas (76 menos frente a los 147 en 23 deportes que fueron a Rio de Janeiro), pasaba por momentos de dificultad debido a múltiples causas: lesiones en su cuerpo, falta de entrenamiento por el confinamiento y un mísero respaldo económico para garantizar la tranquilidad financiera de estos profesionales que dedican su vida a prepararse para representar a Colombia en la cita orbital más importante.
Frente a los resultados de Brasil de hace cinco años, el combinado patrio obtuvo tres medallas de oro, dos de plata y tres de bronce (ocho en total); en esta oportunidad, muy por debajo, fueron cuatro de plata, una de bronce y ni una sola de oro. Chispazos de triunfo gracias a talentos individuales que vienen de procesos rezagados o en declive después de haberlo dado todo para el país.
Y así, el reloj comienza a restar para la nueva cita en París 2024; en tan solo tres años, con cambio de gobierno en el 2022 y un Ministerio párvulo aún, Colombia debe garantizar un ciclo olímpico con toda la decisión política y práctica del país.
Una mirada crítica
Más allá de pagar mejor cada medalla o incluir a quienes ganen diplomas, es preciso especializar a los territorios en las disciplinas que nos han dado la gloria, buscando fortalecer los procesos con instructores y entrenadores que garanticen resultados, con inversión en centros de alto rendimiento, con tecnología de punta que ayude al deportista en su proyecto, con respaldo en competencias internacionales de forma permanente.
Tal y como lo expresa el informe del profesor Manuel Murillo Toro, de la IE INEM de Ibagué: “Una mirada crítica a la administración y la gestión deportiva en el contexto colombiano”, se debe trazar una ruta clara para avalar un proceso serio y responsable de cara a la realidad del país:
- “La administración y gestión del deporte en la República de Colombia debe estar a cargo de profesionales en el área específica de las ciencias de la cultura física y el deporte, para lo cual se requieren con urgencia cambios legales, educativos y sociales.
- El profesional en ciencias de la cultura física y el deporte debe asumir la responsabilidad profesional y social de prepararse para administrar eficientemente el sistema deportivo en la República de Colombia.
- Las universidades con programas en ciencias de la cultura física y el deporte en la República de Colombia, deben reestructurar sus programas académicos, específicamente en lo relacionado con la administración deportiva, buscando una preparación pertinente de sus estudiantes ante los retos actuales, que les facilite el óptimo desempeño de su labor profesional, no solo en aspectos básicos sino en aspectos gerenciales necesarios hoy en el contexto mundial para desarrollo deportivo y social de una nación.
Amanecerá y veremos
Ante la salida de Ernesto Lucena, el presidente Iván Duque nombró, el pasado mes de julio, a Guillermo Herrera Castaño, a quien le pidió que el Ministerio fuera para los deportistas. “Recibe usted el Ministerio con el deseo de seguir fortaleciendo no solamente el mayor presupuesto de la historia con el que ya cuenta el deporte, sino también para seguir adelantando los proyectos para el desempeño del alto rendimiento, pero al mismo tiempo de deporte comunitario. Este ha sido uno de los ministerios que más recursos le ha dado al deportista como atleta, por eso la campaña Colombia Tierra de Atletas”.
A su turno, Herrera le respondió: “trabajaremos en todos los frentes, desde el acceso a los programas hasta la infraestructura deportiva y recreativa. Evaluaremos las necesidades y caracterización de las regiones para lograr ese objetivo. Seremos un Ministerio de puertas abiertas, por eso avanzaremos para que las políticas públicas obedezcan a las necesidades del Sistema Nacional del Deporte y de la ciudadanía en general”. Amanecerá y veremos.
Un ¡hurra! por quienes sí lo merecen
A pesar del paupérrimo apoyo estatal, vale la pena destacar la valentía, humildad y patriotismo de los 71 deportistas que viajaron a Tokio. Hombres y mujeres que lo dieron todo sin recibir a cambio lo merecido. Aquí nuestros cinco medallistas.
Luis Javier Mosquera
Origen: Pesista – Valle del Cauca
“Es un esfuerzo que valió la pena, llevamos cinco años muy difíciles, una pandemia muy dura, pero gracias a Dios se dio el resultado. Estaba muy concentrado, le agradezco a Dios por darme la bendición de esta medalla. […] Le dedico esto a toda Colombia”.
Mariana Pajón
Origen: Bicicrosista – Medellín
“Esto no para. Viene un campeonato mundial, el nivel está alto por los olímpicos y hay que aprovechar esa oportunidad. Hay unos problemas físicos que debo solucionar por el bien de mi futuro deportivo. Quiero disfrutar esta medalla”.
Anthony Zambrano
Origen: Atleta – Guajira
“Gracias Dios por ayudarme a cumplir mi sueño de ser campeón olímpico y esto se lo dedico a ustedes, a los más 50 millones de colombianos que me apoyaron y a la nueva generación del deporte colombiano”.
Sandra Lorena Arenas
Origen: Marchadora atlética – Pereira
“Lo había soñado hace mucho tiempo y hacerlo realidad es un orgullo para mí, para mi país”.
Carlos Alberto Ramírez
Origen: Bicicrosista – Medellín
“Bogotá ha creído en este sueño olímpico desde que tengo 15 años. Darle la segunda medalla fue gratificante para mí. Yo nací en Antioquia, pero mi casa es Bogotá, me siento bogotano y espero darle muchas más medallas”.