Pedaleando contra la corriente se abre paso el ciclismo de Cundinamarca

 

Por DJ Press

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El auge del ciclismo en Colombia no es un secreto; como tampoco lo es que esos grandes escarabajos, que hoy ondean nuestra bandera en el mundo, han tenido que comer mucha tierra, fracasos y humillaciones, después de vivir la pobreza, para llegar al pódium del reconocimiento y la fama. En entrevista con la Liga de Ciclismo de Cundinamarca, descubrimos ese poderoso coctel entre la marca Néctar, Indeportes y algunos privados, que le apuestan al Sub-23, a un equipo élite y, ahora, se la jugarán por las mujeres. 

 

Hablar de ciclismo por esta época se ha convertido en una pasión, en recuperar el ADN como país, esa tierra de gregarios, pasistas, escaladores y ahora, hasta rematadores, que se habían quedado con la alegría nacional de Lucho Herrera ‘el jardinerito de Fusagasugá’ y su conquista de la Vuelta España en el 87.

 

Cuando en el planeta llega la montaña, bien sea en las clásicas o en las grandes vueltas, siempre hay un colombiano que amenaza las estrategias; y dentro de ese ramillete de pedalistas están los cundinamarqueses, nuevas figuras como Egan Bernal, Iván Ramiro Sosa o Daniel Martínez, capos de escuadra que están en los principales equipos del mundo; los Messi y Ronaldo que llenan titulares y hacen grande al país.

 

Pero muchos otros no han contado con esa suerte, cientos, miles, no lo consiguieron. ¿Por qué? Porque no hay voluntad política, por los empíricos procesos deportivos, por falta de recursos del Estado, por el atraso en la tecnología y, peor aún, por la mano oscura detrás de las selecciones.

 

Resulta lamentable que el país, que se enorgullece de tener los mejores del mundo, no invierta en un equipo élite competitivo con las figuras nacionales; resulta vergonzante que sean los mercaderes de los pases, los populares empresarios y mánager, quienes nutran a las escuadras y se llenen los bolsillos por descubrir talentos.

 

Pero qué se siente en las bases, de dónde vienen y cómo van las cosas en la Liga de Ciclismo de Cundinamarca. Esta es la historia.

 

Mi papá me regañaba porque le quemaba las pilas al radio; entonces me las ingeniaba y les lavaba los tenis a mis hermanos para que me dieran monedas y yo comprar pilas y así escuchar las carreras”: Olver Rojas Vega. 

 

En Yacopí, pegado a un radio, soñó y descubrió su futuro

Trascurría la década de los 70, las dificultades no se hacían esperar; a su alrededor la guerrilla de las Farc azotaba la zona limítrofe con los municipios de Caparrapí, Puerto Salgar y el río Magdalena, al occidente de la próspera provincia del Rionegro. Allí, en la Inspección de Guayabales, un niño pasaba el día entre la casa y la oscuridad, escondido entre las montañas, acobardado por la guerra.

 

“Yo tuve que dormir mil noches en el monte. Cuando tenía 12 años me tocaba ayudar a guardiar el pueblo, el caserío, para defendernos de las Farc. La comunidad no quería a esa gente, no la aceptaba; siempre los guerrilleros estaban con la amenaza de que iban a quemar el pueblo.

 

“Entonces, como mi papá había sido militar, con otros vecinos se organizaron a guardiar el pueblo, una locura. Pero bueno, no nos pasó nada, gracias a Dios, aquí estamos”, recuerda hoy, 50 años después, Olver Rojas Vega, el menor de nueve hermanos, hijo de don Julio y doña Teodolinda; orgullosamente, presidente de la Liga de Ciclismo de Cundinamarca.

 

Pero la infancia de Olver, que paradójicamente la recuerda feliz, la pasaba entre los juegos del campo y las travesuras de la época. “A los seis años, canaliando en el radio de mi papá, donde él oía las noticias, escuché una bulla, digámoslo así, me gustó, lo dejé; cuando se despidieron de la trasmisión, dijeron que volvían al día siguiente a las nueve de la mañana. 

 

“A esa hora volví a encender la radio y días después me enteré que era una carrera de ciclismo. Recuerdo que quien narraba era Carlos Arturo Rueda C y el padrino Alberto Piedrahita Pacheco. Mi papá me regañaba porque le quemaba las pilas al radio; entonces me las ingeniaba y les lavaba los tenis a mis hermanos para que me dieran monedas y yo comprar pilas y así escuchar las carreras”.

 

No tenía bicicleta, pero se creía presidente de la Liga

El amor por el deporte de las bielas lo antojó tanto, que sus hermanos mayores le enviaban revistas, hasta que, en 1988, cuando cumplió sus 18 años, aburrido de la violencia se despidió de la familia y se vino para Bogotá.

 

“En esas épocas que escuchaba radio, siempre oía que hablaban del presidente de la Liga de Ciclismo de Cundinamarca, don Antonio Ambrosio.  Tal era el amor por el deporte y mi pasión, que le ponía a los perros, a los gatos, a los cerdos, a todo, los nombres de los ciclistas; yo me creía entonces, Antonio Ambrosio. El día que me despedí de mi papá me dijo en tono burlesco ¿qué va hacer, se va de presidente de la liga? Entonces le respondí: quiero trabajar, yo no quiero plata, quiero trabajar para la sociedad, para la juventud, para que muchos más niños no pasen lo que yo pasé”.

 

Ya en la fría Capital, Olver inicia una nueva vida junto a una de sus hermanas, que le da posada en el barrio Centenario. Y allí compra su primera bicicleta; un sueño hecho realidad. “Eso fue un domingo, caía un monumental aguacero, compré la bici y me la llevé a la casa, pero no la pude sacar, no la pude estrenar”, recuerda con emoción

 

“Y ahí fue cuando me volví ciclista”

“Como trabajaba, ni el lunes ni el martes pude usarla. Fue hasta el viernes que me volé temprano de la empresa y en la noche me puse a ensayar. Y al fin aprendí a montar. Ya el sábado me vine de la casa a la empresa… Y ahí fue cuando me volví ciclista”.

 

Casado, con hijos y viviendo de un trabajo a otro, toma la decisión de unirse a una modesta fábrica de bicicletas en Bosa, donde no ganaba más que un mínimo, pero hacía lo que le gustaba. Por cerca de dos años, Olver aprendió desde lavar un tubo, doblarlo o soldarlo, hasta fabricar una bicicleta, lo que a mediano plazo le permitió independizarse y montar un almacén cerca a Corabastos.

 

En 1999 consiguió su casa en el municipio de Funza, donde instaló su negocio “Ciclo Harol”, ingresando al mundo deportivo a través del club local, puerta de entrada a su vida como dirigente. En 2008, apoya la creación de la Clásica de Funza, impulsado por el entonces alcalde Jorge Rey. Posteriormente, hace parte de la mesa directiva de la Liga de Cundinamarca como vicepresidente; y desde julio del año pasado alcanza la presidencia, gracias al apoyo y en representación de los clubes.

 

Todos a cantar el himno

Según él, la nueva mesa directiva de la Liga dice que el proceso se lleva como si tratara de un proyecto familiar, donde los egoísmos y las disputas no tienen cabida. Dentro de los objetivos primordiales está trabajar por Cundinamarca.

 

“Ahora los equipos son de cundinamarqueses, algo que nunca pasaba. Los ciclistas y el personal técnico, lo primero que se tienen que aprender es el himno de Cundinamarca, pues si son cundinamarqueses y no se saben el himno, no pueden estar, deben sentir y vivir el himno del departamento, así como yo lo siento. 

 

“El esquema ha cambiado; por ejemplo, la Federación otorga los mejores hoteles para asistir a la Vuelta a Colombia, pero se los damos a los corredores y al personal del equipo; nosotros buscamos cualquier lugar para dormir, primero los deportistas. Uno de los lemas de campaña fue: esto es del que le duela Cundinamarca y se puede unir el que venga a sumar”, comenta Rojas Vega.

 

Pero nos abre los ojos y va un poco más allá, asegurando que “Cundinamarca es la finca que sin trabajar da frutos gourmet. Es Cundinamarca la potencia mundial desde lo regional. En Europa no existe una región que tenga el potencial y calidad que tiene nuestro departamento. 

 

“Siendo sinceros, en una época tuvimos 28 clubes y ahora recibimos con apenas 14, dos eran casi de papel, pues a la fecha ya se les venció el reconocimiento deportivo y no lo han vuelto a renovar, por ende, están por fuera. Tenemos la fortuna de que, desde nuestra llegada, hay una fila de cerca de ocho clubes que quieren ingresar, porque se sienten en casa, creen en el nuevo proceso. La ruta sigue en el fortalecimiento de los clubes como la base de la pirámide nacional, donde todos trabajen y tengan solidez”.

Johan Prieto, de Suesca, un joven con talento y mucho potencial

 

Como el cóndor, ruedan por las carreteras de Colombia 

Hace poco, la Empresa de Licores de Cundinamarca (ELC) anunció el patrocinio a través de la marca Néctar a los jóvenes talentos para conformar un equipo élite y otro Sub-23, otorgándole a la Liga un tanque de oxígeno para fortalecer los procesos.

 

“Estaremos en todas las clásicas regionales, en la Vuelta a Cundinamarca y en el clásico RCN. Ya estuvimos en las vueltas a la Juventud y a Colombia. Queremos que las marcas se muestren en el recorrido, que generen retorno a las empresas; nosotros también somos la marca. Porque no solo es que nos den una plata, correr y gastársela sin dar ni un solo resultado; así, todos perderíamos. Nuestro compromiso es llegar fuertes a los Juegos Nacionales 2023 con corredores de Cundinamarca y son ellos los que deben darse el roce, el fogueo para dar una gran presentación”, subraya el Presidente Rojas.

 

Actualmente, el registro de la Liga de Ciclismo de Cundinamarca reporta cerca de 313 pedalistas inscritos en ruta (90 en élite, 50 en Sub-23, 70 en juveniles y 80 prejuveniles), con el arribo de una buena camada desde las escuelas municipales.

 

Con las mujeres, que son pocas, tan solo cinco, pero con altísima calidad, se espera echar a rodar el primer equipo del departamento, para que inicie su participación en la Vuelta al Tolima, la Clásica de Soacha y el Tour Femenino.

 

Una Liga sin ‘la liga’ pa’ trabajar 

Pese a que el aporte económico del sector privado es mínimo, por no decir que nulo; se destaca el apoyo de la empresa STL SAS, que tiene su línea comercial con la marca de ruedas Black Jack de Portugal, dotando con material tubular, marcos y otros aspectos técnicos a los equipos.

 

“Recibimos una Liga en cero pesos. Netamente, se vivía de convenios, apoyos y patrocinios, lo que no deja remanentes. La fortuna es que tenemos una casa, que compró en su época don Antonio Ambrosio, en la carrera 15 con calle 46 en Bogotá. 

 

“Estamos arreglando líos con los arrendatarios, que no se van y hace más de 10 años no pagan servicios públicos. Si hoy sacamos un certificado de tradición registra que estamos embargados por no pagar agua. Si vamos a Hacienda Bogotá por un paz y salvo, nos dicen que desde 2015 no se pagan impuestos, debemos una suma cercana a los $30 millones; y es una casa en muy mal estado”. 

 

El reto para el Presidente de la Liga no es fácil; debe recuperar la casa, pagar lo que se debe y venderla, ojalá, por el valor de su avalúo: 1.200 millones de pesos. La meta: adquirir un predio en el municipio de Mosquera, cerca de donde se construirá el velódromo. Los sueños: comprar un terreno al norte de Cundinamarca para montar una pista de ciclomontañismo, de Down Hill; presentar un proyecto al Ministerio del Deporte para hacer una pista de BMX y pensar en un Centro de Alto Rendimiento.

 

Carlos Andrés Romero, de Facatativá, es una de las jóvenes promesas del ciclismo en Cundinamarca.

 

Semilleros con proyección internacional

A este idealista y amante del ciclismo nada se le queda; hablando del relevo generacional, está seguro de los nuevos talentos, en donde brillan nombres como Johan Prieto (Suesca), Juan José Moreno (Villapinzón) y Carlos Andrés Romero Wilches (Facatativá).

 

¿Qué hace falta? Que las relaciones con la Federación de Ciclismo pasen de estar muy bien a recibir apoyo económico. Que se dé un contacto directo con el Ministerio del Deporte para lograr un respaldo decisivo. Que el sueño del primer velódromo en Cundinamarca se haga realidad y no se convierta en un elefante blanco.

 

“La invitación es a tener muy claro que estamos impulsando proyectos deportivos, pero ante todo sociales. Está comprobado que la mejor forma de sacar los niños y los jóvenes de los vicios es a través del deporte. 

 

“El ciclismo es el deporte más bonito de todos, pero el más duro. El ciclismo exige y les da la sensación de libertad, les hace olvidar de todos los vicios. Les genera una ansiedad competitiva para mejorar cada día, para ganarle al compañero; eso, al final, junto con la disciplina, los convierte en profesionales. 

 

“Todos, cuenten con la Liga, que no es de uno sino de todos los cundinamarqueses. Están invitados los que quieran venir a sumar, no a restar; tampoco a dividir”, concluye Olver Rojas, más que un ciclista, un pedalista de sueños.